- Eva, la directora te busca.
- Gracias Sandra, ¿puedes vigilar a los niños mientras?
- Si, claro.
- Gracias, ahora vuelvo.

Eva, no se encontraba muy bien, hacía dos días que tenía un ligero dolor de cabeza, que aunque no le impedía trabajar, era muy molesto. Algunos decían que era por el tiempo, ahora sol, ahora lluvia, luego viento, días grises, plomizos y cargantes...todo aquello le afectaba. Pude que tuvieran razón y ella fuera más sensible que otras personas a los cambios climáticos. Los niños pequeños también lo son y ella misma notaba en la guardería que estaban más nerviosos cuando se avecinaba mal tiempo; no sabía porque, pero era así.

Golpeó la puerta del despacho de la directora y entró tímidamente:

- Pasa Eva.
- Hola ¿Pasa algo?
- No, nada, tranquila, no es nada grave. Siéntate.

La directora salió de detrás de su mesa y fue a sentarse en la mesa camilla que tenía en el centro del despacho. Eva se sentó a su lado, intrigada y a la expectativa de que le iba a contarle Ángela. No tenía ni idea de porque la había llamado, pero en esos segundos en los que cada una cogía posición en la mesa, su mente se disparó buscando un motivo.

- Bueno Eva, no sé si sabes que tu contrato termina la semana que viene.
- Si, lo sé.
- Nosotras estamos muy contentas con tu trabajo y nos gustaría que siguieras, pero ya sabes que todos estos temas de contratación no lo llevamos nosotras. Es cosa de los de planificación y gestión de centros.
- Ya.
- Mira, la cosa está así; para que puedan hacerte un contrato el año que viene, por todo un año, no pueden renovarte ahora.
- ¿Y eso?
- No sé, la verdad, es cosa de su política de contratos, ahora estás contratada como educadora de apoyo en la fase de adaptación y no pueden renovarte porque ya tenían contratada a otra persona para el resto del curso. Pero el año que viene habrá una plaza vacante de una compañera que va a pedir una excedencia ¿Entiendes lo que te quiero decir?
- Si, más o menos.
- Yo preferiría que siguieras con nosotras, pero espero poder contar contigo el año que viene durante todo el curso, aunque entiendo que no vas a estar todo el año parada sin hacer nada...
- No, claro, pero tendré en cuenta tu propuesta para el próximo curso.
- Sí, a mi me parece lo más lógico. Bueno, pues llamaré a los de planificación para avisárles , por si acaso. De verdad Eva, estamos muy contentas contigo y nos va a dar mucha pena que te vayas.
- Si, a mi también, sobretodo por los niños.
- Tómatelo como unas vacaciones largas, aprovecha para descansar y cargar las pilas, hacer cursos...
- Lo haré. Así el jueves que viene es mi último día. ¿no?
- Eso es, de todos modos ya te contaré que dicen estos de planificación, que siempre tienen unos líos montados que son de escándalo.
- Ya veo.
- Si, pero así están las cosas y no podemos hacer nada más.
- Bueno me voy al patio que he dejado a los niños con Sandra.
- De acuerdo, ya te contaré.

Eva salió del despacho pensativa, no sabía si alegrarse o no, le daba pena tener que dejar a sus niños , pero el contrato del curso siguiente por todo un año era una buena noticia. Al dolor de cabeza general se le unió el dolor de cabeza por toda aquella situación.

Al acabar la jornada se fué a casa. Iba a tomarse una aspirina y a meterse en la cama, mañana sería otro día.


Elisa y Julio habían preparado el desayuno juntos. El había exprimido las naranjas mientras Elisa untaba las tostadas con mantequilla y mermelada de mora.

- Has dado muchas vueltas en la cama hoy – le preguntó Elisa
- Si, no podía dejar de darle vueltas a un tema.
- ¿Algo que te preocupe?
- La verdad es que si. Ayer en el caldero de fuego vi algunas cosas que me impactaron, nos fue revelado nuestro futuro. Si no hacemos algo, nuestras creencias, nuestra religión morirá con nosotros aquí, lo vi claro.
- Es triste, pero a lo mejor... a lo mejor es así como debe suceder todo.
- No. Creo que se nos reveló eso por un motivo.
- Y ese motivo es...
- Es luchar por seguir manteniendo nuestra fe en la religión Sicdaniana. Tenemos que encontrar nuevos Sicdanos que sigan con el legado.
- Eso está muy bien, ¿Pero como lo vas a hacer?
- Todavía no lo sé, por eso daba tantas vueltas en la cama ayer. Lo que tengo claro es que debo encontrar a cuatro personas, capaces de creer, y adiestrarlos en nuestras costumbres; han de ser jóvenes para que puedan transmitir su legado a través de los años; han de reunir unas características especiales, han de ser dignos para nuestro dios padre y nuestra diosa madre. -recitó Julio con entusiasmo-.
- ¿Y donde vas ha encontrar a cuatro jóvenes que quieran ser miembros de la cultura Sicda sin forzarlos? De sobra sabes que dice la Rede, "haz el bien sin dañar a nadie".
- Eso es lo que voy a averiguar hoy.
- ¿Y porque cuatro?
- Ayer ví en el caldero como la Diosa nos mostraba los cuatro elementos entre sus manos, uno por uno, por eso han de ser cuatro, uno por cada elemento. Ella nos ayudará a encontrar a los elegidos.
- Así que tu nueva misión es buscar a cuatro jóvenes para enseñarles todo lo que sabes.
- No, mi misión a partir de hoy es no permitir que nosotros seamos los últimos Sicdanos aquí.
- Pues nada, tómate las tostadas y el zumo para coger fuerzas – dijo con ironía Elisa.
- Sabes Elisa, si hubiéramos tenido hijos no existiría este problema.


Elisa no le contestó, mordió su tostada con mantequilla antes de que el acabará su frase, evitando así el tener que contestarle. Aquel tema le dolía especialmente. Sabía que su marido no lo había dicho con mala intención, pero por alguna razón, cada vez que nombraban el tema de los hijos se ponía nerviosa. Durante un tiempo se sintió la culpable de todo. A Elisa le era imposible tener hijos por un problema en el cuello del útero que ni la magia, ni los dioses podían curar. Con el tiempo aprendió a resignarse y a convivir con ello. Elisa siempre creía que las cosas sucedían por algún motivo. Y si ella no tenía que tener hijos era porque eso tenía que ser así para que pasaran otras cosas. Todo estaba escrito en el libro del destino.


- Voy a estar en el sótano todo el día cariño. –dijo Julio mientras se acababa el café con premura.-
- Si necesitas algo yo estaré por aquí arriba, pero a las 12:00, más o menos, saldré a comprar. ¿quieres que te traiga algo en especial del mercado?
- De momento no.



Julió le dió un beso en la mejilla a su mujer y se alejó por el largo pasillo que unía la entrada de la casa con las demás estancias. Abrió la pequeña puerta de madera y bajó con cuidado por los húmedos escalones de piedra que conducían al sótano. La edad no perdonaba y ya no era tan ágil como antes. Esos escalones rugosos, imperfectos y ajados eran todo un reto de equilibrio. Bajaba despacio y con cautela. Respiró aliviado cuando tocó el suelo dejando el último escalón tras de si.

No sabía muy bien por donde empezar, pero sus libros, los que heredo de su padre que a su vez heredó del suyo, podrían ayudarle e inspirarle para encontrar la manera de resolver todo aquello. El libro Sicdano sagrado, el libro de las Sombras, podrían darle luz a su nuevo cometido.

Prendió las velas y cogió una vieja silla de madera para colocarla frente al altar. Se sentó y empezó a hojear esos viejos libros de páginas amarillentas llenas de polvo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno Dunai, ya te dije que preferia leer aqui y dejar mis comentarios. Me ha enganchado la historia y, sin quitar mérito a nada, (sobre todo al texto ya que creo que escribes muy bien, de un modo muy agil que cuesta poco leer y seguir) pienso que influye el entorno en el que la has presentado y sobre todo que tengan cara los personajes. Estoy impaciente por ver como sigue y si viven todos en la misma ciudad o Julio va a ir por el mundo a buscarlos. Tengo mucha curiosidad por saber cómo va a convencerlos.
Besos
Balada

Anónimo dijo...

Haber si ahora me deja entrar, Dunai me esta encantando,pero lo malo de esto es que siempre quieres mas. Chica de verdad te lo he dicho mchas veces pero yo creo que escribiendo tiene futuro, ojala pudiera expresarme tan bien y contar historias, siempre he querido escribir pero no me he atreviado mas que hacerlo en taquigrafia y claro eso no vale, la verdad es que todavia no estoy preparada pero bueno.
Dunai espero impaciente el siguiente capitulo, pero eso si tu con calma no te sientas presionada vale.
Un beso
Mar
en las enajenas Mala132