En el laboratorio reinaba el silencio, solo truncado por el chocar de los cristales de las probetas y los tubos de ensayo. Ian llevaba puesta la rigurosa bata blanca de científico con el logo de la empresa que financiaba el proyecto, debajo una vieja camiseta de manga corta y unos vaqueros, mucho más práctico para investigar, decía él siempre. Era un joven alto, con el pelo oscuro y los ojos azules, de piel morena, sin duda herencia de su parte española.

Estaba a punto de terminar su turno, había sido una jornada larga y aburrida. Miró de reojo el reloj y levantó la vista.

- Recojo y me marcho ya, Mikel.
- Si , vale.

El director de investigación apenas le hizo caso, y le contestó sin levantar la vista del ordenador. Guardaba en un pen-drive toda la información recopilada aquel día. Por todos era sabido que I-Organic INC, la empresa de la competencia, contaba con información privilegiada de su proyecto. Quien filtraba esa información era una incógnita para todos menos para él. Había pillado en más de una ocasión, a su jefe llevándose documentos que nunca tendrían que haber salido de ese laboratorio. Una vez más prefirió no decir nada y marcharse a casa en su destartalado coche.

Justo después de entrar en la autopista, el cielo se puso casi negro y varios goterones salpicaron el parabrisas:

- Esperemos que no llueva – se dijo a sí mismo.

Era jueves y no había mucho tráfico, adelantó a una furgoneta, luego a un camión. En el parabrisas los goterones aumentaron. Ian hizo funcionar los limpiaparabrisas. Hacían tic-sush... Un sonido que adormecía; y en el techo se oía un tamborileo suave. Era un típico día londinense, el paisaje tenía un aspecto sombrío y triste. La niebla empezaba a hacer acto de presencia. El coche se empequeñeció en torno a él, su aliento empañaba las ventanas.

Atravesó un paso inferior. La lluvia paró completamente durante un sorprendente segundo de vacío. Dio un pequeño grito sofocado de alivio, pero ahún antes de haberlo lanzado al aire, el martilleo en el techo empezó de nuevo. Ian seguía adelante con prudencia, con las manos relajadas en el volante. El agua iba azotando a rachas. Puso los limpiaparabrisas al máximo. Era un hombre cauto y reflexivo, siempre analizaba las cosas dos veces con tal de tenerlo todo bajo control.

Rebasó una hilera de coches que habían aparcado al lado de la carretera; las ventanas estaban opacas y las carrocerías hacían rebotar la lluvia en pequeñas explosiones. Un coche estaba ligeramente inclinado como a punto de salirse de la cuneta. Ian mantenía una velocidad uniforme.

Por unos instantes su mente quedó absorta pensando en el laboratorio, en todos los trapicheos..., aquello no le gustaba, no era lo que había soñado cuando estudiaba en la Facultad de Ciencias. La ilusión de aquella época se estaba disipando en aquel laboratorio y solo veía una salida. Lo que parecía un ancho lago en medio de la carretera se estrelló contra el panel inferior del coche y lo bandeó hacía la derecha. Ian pisó el pedal del freno en un repetido movimiento de bombeo y siguió adelante.

Cuando llegó a casa con el pelo mojado y azotado por las ráfagas de viento, encendió las luces y se sentó en el sofá. Miró a su alrededor y dejó caer las llaves sobre la mesa. Su mirada se perdía en las paredes. Nunca había necesitado a nadie, pero ese día se sentía solo por primera vez desde que se traslado a la gran ciudad. Seguramente ese tono negrizco y plomizo del cielo, la niebla y la lluvia golpeando los cristales, y el olor a tierra mojada contribuían a su desánimo.



Julio bajó al sótano, aquel viejo sótano en el que había pasado tantas horas de pequeño. La casa había sido de sus padres y antes  de sus abuelos. Llevaba ya varias reformas, pero el sótano conservaba intacto cada ladrillo. Una angosta escalera de piedra, martilleada sobre un puente curvado, descendía hasta la nave abovedada a través de unos peldaños desgastados. Las paredes frías y húmedas, chorreantes bloques de piedras ajados y paredes de roca viva, allí el pasado recobraba vida. Se dirigió al fondo del sótano donde aguardaba una esfera levantada en metal, la mitad de ella bajo tierra, la otra mitad por encima de ella, en el medio una mesa de piedra mirando al este, a la salida del sol. Al norte del altar , un pentáculo tallado en madera, un martillo y arena simbolizando la tierra. Al oeste un cáliz, unas conchas y vino en un cuenco simbolizando el agua. Al sur, un athame (1), velas y cenizas simbolizando el fuego y al este una pluma de ave, una flecha e incienso simbolizando el aire. Velas, piedras, una vara, un cuenco con sal y una vasija con agua sobre la mesa acababan de componer toda una maraña de antiguadades.

Julio se colocó delante del altar y encendió las velas. Cerró los ojos para concentrarse, la respiración se iba controlando, tocó el suelo con su mano y dibujó un círculo con ella a su alrededor, como resiguiendo el círculo de metal.

- El círculo ha sido creado y nunca perturbado. – dijo con voz solemne.

Abrió los ojos, la penumbra de aquel habitáculo le ensombrecía medio rostro y la luz que desprendían las velas bailaba sobre su tez dibujando sombras y claroscuros. Tomó la vasija que contenía la sal con la mano izquierda y con la derecha el athame , introduciéndolo en la sal mientras recitaba:

- "Consagro esta sal en nombre de la Diosa Madre y del Dios Padre, para que sea digna de estar en el círculo sagrado y purifique todo lo que toque"

Tomó la vasija que contenía el agua y le dejó caer tres pizcas de sal diciendo:

- "Que la sal sagrada saque cualquier impureza del agua, para que sea digna de estar en el círculo sagrado y purifique todo lo que toque"

Caminó en deosil hasta el Este y empezó a rociar el agua diciendo:

- "Con esta sal y esta agua, elementos tierra y agua, limpio y purifico este círculo, para que sea digno de recibir a la Diosa madre y al Dios padre, para que destierre toda negatividad y que sólo el amor pueda entrar a este círculo y que sólo amor salga de él"

Cuando hubo rociado el agua salada por todo el círculo regresó al altar y prendió el incienso, caminó hasta el Este y empezó a sahumar el borde del círculo diciendo:

- "Con este incienso, elementos fuego y aire, limpio y purifico este círculo, para que sea digno de recibir a la Diosa madre y al Dios padre, para que destierren toda negatividad y que sólo el amor pueda entrar a este círculo y que sólo el amor salga de él"

Repitió dos veces más el ritual .El ambiente se volvió espeso como si estuviese sumerguido en el mar, el círculo se había cargado de energía. Caminó de nuevo al centro, cogió la vara del altar, se posicionó al este, levantó la vara y dijo:

- "Guardián del Este que vienes de Gorias, cuidador de la lanza de Lugh, yo te invoco para que atiendas este lugar de magia como guardián y testigo. Atalayas del Este, elemento aire, en esta noche te invoco para que protejas mi círculo y lo cargues con tus poderes"

Caminó hasta llegar al Sur:

- "Guardián del sur que vienes de Findias, cuidador de la espada de Nuada, yo te invoco para que atiendas este lugar de magia como guardián y testigo. Atalayas del Sur, elemento fuego, en esta noche te invoco para que protejas mi círculo y lo cargues con tus poderes"

Caminó al Oeste, levantando la vara:

- "Guardián del Oeste que vienes de Murias, cuidador del caldero de Dagda, yo te invoco para que atiendas este lugar de magia como guardián y testigo. Atalayas del Oeste, elemento agua, en esta noche te invoco para que protejas mi círculo y lo cargues con tus poderes"

Caminó al Norte, levantó la vara:

- "Guardián del norte que vienes de Falias, cuidador de Lia Fail la piedra de la soberanía, yo te invoco para que atiendas este lugar de magia como guardián y testigo. Atalayas del Norte, elemento tierra, en esta noche te invoco para que protejas mi círculo y lo cargues con tus poderes"

Caminó hasta ubicarse en el altar, levantó su vara y dijo:

- "Bienvenidos sean los cuatro guardianes de las ciudades sagradas a esta celebración"

Dejó la vara en el altar, en su posición original y tomó la vela de la Diosa, la encendió mientras decía:

- "Bendita Diosa de la Luna, amadísima madre, te doy la Bienvenida a este círculo en esta noche de Samhain que celebro en tu honor, y en honor de tu consorte el Dios padre".

Dejó la vela de la Diosa y tomó la del Dios, la encendió:

- "Bendito Dios Solar, amadísimo padre, te doy la Bienvenida a este círculo en esta noche de Samhain, que celebro en tu honor, y en honor de la Diosa Madre".

Alzó los brazos diciendo:

- "Bienvenidos sean Diosa Madre y Dios Padre!, este humilde hijo suyo agradece infinitamente que lo honren con su presencia en este círculo"

En ese instante apareció Elisa por las angostas escaleras del sótano. Elisa siempre había tenido ese semblante de tranquilidad, aunque  el paso del tiempo hubiera dejado marcada su piel. Sus ojos oscuros tenían una profundidad que hipnotizaba. Su pelo rubio y corto enmarcaba su denostado rostro. Los movimientos de su cuerpo, relajados y sutiles, hacían de ella una mujer cándida. Atravesó en silencio la bóveda hasta llegar al altar. Miró a su marido con ternura y cerró los ojos en aprobación.

-El círculo esta preparado, empezaremos con el Samhaim.(2)

Ella asintió sin decir nada, colocada a su lado. Julio con voz decidida recitó:

- Meditaremos acerca de la muerte, pensaremos en los amigos y familiares que han partido, recordaremos que la muerte es sólo un paso para iniciar un nuevo ciclo, de la muerte al renacimiento. Mantendremos firme en nuestra mente que la realidad física no es absoluta, el alma nunca muere.

Después de un rato de silencio, los dos juntos prendieron fuego dentro del caldero(3). Quemaron papeles previamente escritos de todo aquello que querían dejar atrás (malos hábitos, resentimientos, etc.). Se situaron frente al altar y cogidos de la mano, las levantaron al aire diciendo:

En esta noche de Samhain señalo tu paso amado Dios del Sol,
hacia las tierras del eterno verano, aguardando tú regreso.
También señalo el paso de los que se han ido y se irán después.
Oh bendita y amada Diosa eterna, tu que das nacimiento a los caídos,
guía mis pasos en la oscuridad, protégeme y ayúdame a comprender
tus misterios, enséñame que así como de la oscuridad nace la luz
el ciclo renace eterno y por siempre.
Sabia de la Luna menguante, Diosa de la noche estrellada.
Creo este fuego dentro de tu caldero
para transformar lo que me está atormentando.
Que las energías sean revertidas
¡De oscuridad, luz!, ¡De mal, bien!
¡De muerte a nacimiento!



Tras las palabras se sentaron frente al fuego prendido, en silencio los dos, mirando las llamas que le desvelarían a cada uno sus secretos, sus anhelos en este día de Samhain, la celebración más importante del año para la religión Sicda.(3)

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(1) Fino cuchillo de doble filo. Su función es muy similar a la de la varita. El Athame simboliza el intelecto, el pensamiento crítico y el cálculo.Se utiliza para dirigir la energía en los rituales.

(2) El Samhain marcaba el fin del ciclo de la rueda del año. Era el año nuevo Wiccaniano. Era un momento mágico en el que los mundos se tocaban. Samhain era tiempo de recordar a los ancestros, rendir tributo a los antepasados que fallecieron. Era el momento del año para liberarse de las debilidades. Era también un tiempo propicio para la adivinación, para saber que nos depararía en el año venidero. Se meditaba sobre todas las muertes que se habían tenido que enfrentar en este ciclo, cosas, amistades, situaciones, etc, que dejamos atrás. El final y el principio eran uno en la rueda del año, al igual que la muerte y el renacimiento, meditaban sobre sus ideas y sentimientos, sobre el paso que todos habremos de dar. Se desvelaban los pasos a seguir.

(3)El Dios muere y regresa al vientre de la Diosa , el caldero es una representación del vientre de la Diosa y el fuego es una representación del Dios.

1 comentarios:

Laura dijo...

Bueno, el primero me gusta mucho. Y sí que sabía quién era Leticia Dolera, sólo que no le ponía cara cuando hablabamos jajajaja

Esperaré a llegar a casa para leer el segundo, a ver si así ya me encuentro otro... jajaja que me da muchoooooo corajeeeee quedarme con las ganas.
QUE TE SEA LEVE EL CURRO.
1 BESOTE
Lauri